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viernes, 16 de marzo de 2018

Emily Dickinson y la soledad

¡¡¡Hola, a todos!!! No voy a excusarme diciendo que mi ausencia se debió a que no tenía tiempo porque mentiría. La razón es que  por una cuestión  y otra no me sentía muy animada con seguir con el blog. Ya saben, momentos que la mayoría en algún momento pasó. A pesar de todo, sigo acá, con mi blog. 
En fin, para no hacerlo más bola, en esta entrada quiero compartirles los versos de Emily Dickinson que conocí gracias a un capítulo de Los simpsons. No soy fanática de los poemas en general pero estos en particular me parecieron sumamente bellos y tristes a la vez. Son sólo dos poemas para no aburrirlos pero hay otros que también me gustaron mucho.  Creo que lo más curioso de ella es que de su vida privada no se supo mucho ya que la mantuvo en secreto hasta el día de su muerte. La poca información que se sabe es por su hermana y las interpretaciones que los historiadores hacen de sus poemas. 








Emily Dickinson fue hija y nieta de prominentes figuras políticas e intelectuales, fue educada en un ambiente puritano y estricto que la convirtió en una persona solitaria y nostálgica. Durante su vida rara vez salió de casa y sus amistades fueron escasas; sin embargo, entre las pocas personas que frecuentó, tuvo especial aprecio por el Reverendo Charles Wadsworth,  quien tuvo un impacto enorme sobre sus pensamientos y su poesía. La educación de Emily Dickinson fue, por tanto, mucho más profunda y sólida que las de las demás mujeres de su tiempo y lugar.  



El primero es sobre como el amor la hizo débil, siendo que al principio era alguien con más alegría y emocionalmente estable. Luego no fue sólo ella, sino que convirtió a los dos en personas tristes que por algunas circunstancias saben que estar juntos no forma parte de sus planes por más que luchen. Supongo el amor te transforma para bien o para mal. En este caso, los hizo más vulnerables.
El segundo poema lo sentí más personal, como si Emily fuera una amiga que entiende a la otra. Y aunque nos separen dos siglos nos une la misma soledad, quien no conoce de tiempo y espacio.
Claro está que cada uno puede hacer su propia interpretación. Es eso que dicen que los poemas no son de quien lo escribe sino que de quien lo lee.


Él era débil y yo era fuerte
Él era débil y yo era fuerte,
después él dejó que yo le hiciera pasar
y entonces yo era débil y él era fuerte,
y dejé que él me guiara a casa.
No era lejos, la puerta estaba cerca,
tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado,
no había ruido, él no dijo nada,
y eso era lo que yo más deseaba saber.
El día irrumpió, tuvimos que separarnos,
ahora ninguno de los dos era más fuerte,
él luchó, yo también luché,
¡pero no lo hicimos a pesar de todo!

Podría estar más sola sin mi soledad...
Podría estar más sola sin mi soledad,
tan habituada estoy a mi destino,
tal vez la otra paz,
podría interrumpir la oscuridad
y llenar el pequeño cuarto,
demasiado exiguo en su medida
para contener el sacramento de él,

no estoy habituada a la esperanza,
podría entrometerse en su dulce ostentación,
violar el lugar ordenado para el sufrimiento,

sería más fácil fallecer con la tierra a la vista,
que conquistar mi azul península,
perecer de deleite.


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